En la finca de vecinos hay personas fácilmente identificables y otras cuya función te será indescifrable, al menos en un principio. El propietario de tu vivienda sabes de sobra quién es, le ingresas un dinero cada mes; tus vecinos tal vez te hayan ayudado a acomodarte en la finca y el portero te da los buenos días cada mañana. Pero, ¿quién es el building manager?
Si alguien se te presenta diciendo que es el building manager quizás se te quede cara de póker, pero si utiliza el término equivalente ya te empezará a sonar: gestor del edificio o administrador de la finca. En sus orígenes y en su contexto original, el building manager puede llevar casco de obra y haber diseñado los planos del edificio, puede incluso pasarse por el edificio en construcción para vigilar su trayectoria, pero en la práctica y en nuestro país, el building manager es la persona que gestiona administrativamente una finca.
Entonces, ¿por qué lo llamamos building manager si queremos decir administrador de fincas? La confusión sería una consecuencia –otra más– de la afición que hemos desarrollado de entretejer palabras anglosajonas en el vocabulario propio. Si bien el concepto building manager puede contener un pequeño matiz, pues alude al gestor de fincas terciarias como oficinas o de uso comercial, frente al gestor de viviendas que todos conocemos; en la práctica este matiz se pierde y terminan utilizándose ambos conceptos de manera confusa.
Entonces, según lo anterior, si la persona que se aproxima está en el entorno de la oficina probablemente sea un building manager, mientras que si lo hace en un edificio residencial lo más seguro es que sea un administrador de fincas. Más aún, indistintamente de la nomenclaturas empleadas, la labor de ambos profesionales es esencial para el correcto funcionamiento de la finca.
En ambos casos, los profesionales han de garantizar el buen estado del edificio en el que trabajan. En España, según se explica en el blog de elworking, los criterios para desempeñar esa función no son demasiado exigentes, si bien las responsabilidades son amplias: toma decisiones económicas sobre el techo de gasto o las inversiones oportunas, determina qué reparaciones y rehabilitaciones necesita la finca, etc.
El objetivo final del administrador de fincas y del building manager es resolver las dudas que surjan entre propietarios e inquilinos o usuarios de los pisos/oficinas que componen sus negociados, y prolongar la calidad de vida del propio edificio para que este no se convierta en un amasijo de escombros a los pocos años de haber sido levantado.