¿Afecta el Síndrome de Wendy a la administración de fincas? La respuesta es sí. Este síndrome, en pocas palabras, significa ‘hacer todo lo posible para evitar conflictos y mantener la armonía entre las personas que nos rodean’. Algo que, aplicado a una comunidad de propietarios, supone una de las tareas más importantes de un administrador de fincas.
Pero ¿Es esto positivo? No, y si no lo controlas, puede convertirse en algo muy peligroso. En este post vamos a plantear algunos ejemplos con los que, probablemente, te sientas identificado.
¿Se puede ser buen administrador de fincas sin sufrir este síndrome?
A continuación, te planteamos 4 situaciones relacionadas con el Síndrome de Wendy que pueden darse a menudo en nuestra profesión:
- Para evitar que un vecino insista con llamadas o te moleste en la Junta General de la semana, le envías de nuevo al pintor para que repase su techo. Esto lo haces a pesar de saber que el cliente no tiene la razón y que se ha aprovechado del reparador que ha ido a la comunidad de propietarios.
- Un cliente en tu despacho pone una queja a un empleado por una gestión y tú, para evitar conflictos y que se vaya contento, le das la razón en ese momento. Una situación que te lleva a arrepentirte por no haberle dicho las cosas claras y que, además, deja en mal lugar a tu compañero.
- Como jefe del despacho realizas las tareas de algunos empleados con el fin de evitar conflictos entre ellos.
- Antes de la junta, acuerdas con tus compañeros que esa comunidad supone mucho trabajo y es necesario subir honorarios. Pero llegado el momento de renovar tu cargo como administrador, ni lo planteas para evitar situaciones incómodas.
¿Reconoces este síndrome a lo largo de tu trayectoria como administrador de fincas?
Actuar así puede suponer un problema serio a largo plazo.
Ya sabes lo que dice el refrán: ‘pan para hoy, hambre para mañana’. Y es que, este síndrome te puede solucionar un problema en el momento, pero no es, ni mucho menos, la mejor solución a largo plazo. En relación a los ejemplos anteriores, estos son los motivos por los que dar siempre la razón al cliente puede ser un error:
- En este caso, el cliente sabrá que para conseguir lo que quiere solo necesita armar un escándalo y discutir. Además, no deberías olvidar que los proveedores son parte de tu equipo y esta situación le ha costado horas de su trabajo.
- Aquí tu capacidad de liderazgo queda en entredicho y tus empleados tendrán dudas sobre si lo han hecho bien o mal.
- En esta situación estás cubriendo a un empleado ineficiente frente a otros, por lo que, tarde o temprano, acabará explotando. Apuesta por una buena organización de tu despacho de manera que el reparto de tareas quede perfectamente establecido.
- Por último, no plantear esa subida de honorarios cuando es merecida, significa que no estás valorando tu trabajo. Y, si no lo haces tú, imagínate el resto.
Si a todo ello le sumas las horas que te cuesta de trabajo y alguna que otra noche sin dormir, te darás cuenta de que o lo controlas, o el Síndrome de Wendy acabará controlándote a ti. Por este motivo, has de solucionar los conflictos de manera que no se vuelvan a producir. Y, aunque estos enfrentamientos y discrepancias forman parte de la profesión, intenta que te afecten emocionalmente lo menos posible.